Carlos Serrano
Yace recostado en el balcón
de la más bella Sierra Morena.
El Guadalquivir sus pies besa,
el Guadalvacarejo y el Guadalora lo custodian,
el Bembézar su cintura con amor ciñe,
la campiña y la sierra lo miman
la más preciada joya
de los dioses se desprendió,
y vino a caer en esta bendita tierra
donde, con timidez, su belleza ocultó.
Aquí Reyes Árabes y Cristianos llegaron
a la búsqueda de paz y sosiego
para sus espíritus inquietos y guerreros,
buscando un descanso.
En el silencio vivo de nuestros montes
lo que busques encontrarás.
Vida, luz, amor y muerte,
unidos en la energía vital
de aquellos antepasados nuestros
que, con intensidad, sus experiencias aquí vivieron.
En las calladas noches de primavera
susurros misteriosos a tus oídos llegarán.
Son las voces de aquellos ermitaños,
lejanos en el tiempo,
pero en la mente cercanos,
que al Cielo sus rezos y plegarias elevaron.
Porque en nuestra tierra existen rincones,
llámense “Los Ángeles” o “El Tardón”,
donde Eldorado espiritual buscaron
y, en el silencio de nuestros montes,
paz y sosiego, por fin, encontraron.
Porque en esta tierra vivimos
en el Paraíso siempre buscado y soñado
por los espíritus más inquietos y generosos
que, en su búsqueda, se desgastaron,
y en herencia espiritual nos legaron.
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