¿Tenemos la televisión que nos merecemos? Si nos ceñimos a los índices de audiencias, eso parece. Otra cosa es que la manera de medir las audiencias nos parezca la más honesta pero ese es otro tema. Debemos asumir algo que es primario y es que las empresas de tv privadas se dedican a ganar dinero .No les preocupa nuestra salud, ni la educación, ni nuestro bienestar, ni la información, ni nuestros derechos. Sólo buscan el beneficio . Absolutamente legítimo. Fingen, por ejemplo, con campañas publicitarias de proyección social, estar concienciadas con el medio ambiente, con un buen uso de las redes sociales o con la protección a la infancia. Y para eso usan a rostros adecuados, conocidos y agradables para protagonizar un breve anuncio que irá mezclado con mercaderías varias . Pero su objetivo no es educarnos. Bastante tienen con entretenernos.
La gente cree que está informada pero que solo está entretenida. Es un entretenimiento sedación. Guerras, pobreza, injusticias ,precariedad, corrupción …suelen presentase entremezcladas con programas que, a lo Pilatos, se lavan las manos cuando se les señala y critica por los valores que transmiten. Pero, ¿tienen ellos- la tv privada- la obligación de difundir buenos valores para una sociedad de progreso, justa, solidaria, empática, o somos nosotros, como consumidores, quienes tenemos que elegir mejor nuestro entretenimiento y ser capaces de detectar cuándo se nos está comunicando un mensaje tóxico o meramente simples consumidores que se lo tragan todo? Obligación, desde luego, no tienen per se. Por ejemplo : ¿ son las cadenas privadas quienes han de advertirnos que el azúcar o el alcohol son nocivos para la salud? Creo que no. Sin embargo, la televisión pública sí ha de tener criterios éticos, morales, saludables que rijan su programación.
A diferencia de la radio, la televisión tiene el gran atractivo de tener una audiencia infiel, un poco picaflor, en el mejor sentido de la palabra. Los telespectadores zapeamos cuando llega la publicidad, cuando el contenido no nos atrapa . Y lo que sucede es que no nos encontramos con algo muy diferente en otra parte. ¿ Por qué? Porque nos conocen de antemano y porque el negocio tiende a uniformar. Repetir la fórmula hasta que otra audiencia millonaria indique el formato a copiar. Lo estamos viendo con el combate entre Pablo o David , entre David o Pablo. Ahí en esa horquilla , en esa tenaza quedamos abducidos como lelos.
Necesitamos una televisión pública que pueda ser la referencia frente a quienes, repito, legítimamente, la plantean como estricto negocio. La cuestión está en decidir entre o protegernos de los intereses mercantiles priorizando la trasmisión de valores ,de sentido crítico, de reflexión, de informaciones contrastadas y no malintencionadas, independientemente de las audiencias, o intentar competir con con los contenidos libres de responsabilidad de la tele privada, que necesita grandes audiencias para cobrar más caro el minuto de publicidad. La disyuntiva es difícil porque Sé que es difícil porque las bajas audiencias de las televisiones públicas siempre alimentan el fantasma de la privatización, algo que a la derecha y a los neoliberales les produce orgasmos. Pero, o empezamos a cuidar nuestra tele pública, como hacemos con la sanidad o la educación, o estaremos perdidos. Bueno, ya lo estamos en buena medida.
¿ O ustedes no están atrapados entre hormigas y charangas?
Enrique Monterroso Madueño
Mientras tanto en Oriente Próximo: ¿Te digo lo que me importa a mí la guerra entre Motos y Broncano?