Emulando al título de la obra cinematográfica “El silencio de los corderos”, quiero poner tinta y pluma para expresar mi indignación sobre la excepcional situación que viene aconteciéndose en los últimos años y que tiene como consecuencia la lamentable decadencia del pensamiento universal y más concretamente de la filosofía y carácter luchador del colectivo social de la clase trabajadora.
Es triste darse cuenta que la era de la información no nos haya traído un mayor conocimiento que sea capaz de discernir de la información veraz ante la opinión y la manipulación, ni que haya aportado a la sociedad una pluralidad enriquecida por una cultura con valores y, por ende, un mayor grado de inteligencia social, sino todo lo contrario, una sociedad aborregada, adoctrinada y que estigmatiza sistemáticamente a sus semejantes con odio injustificado y perjuicios propios de hace cinco siglos.
Visto esto así, más que la era de la información, podemos afirmar que estamos en la era de la desinformación. La información es conocimiento y el conocimiento nos lleva al saber y no hay mayor poder y riqueza que la sabiduría. Es triste ver cómo la sabiduría se ve desplazada por la arrogancia, la ignorancia y el imperio de la mentira.
Cuando la información se administra de forma cicatera y perversa y se distribuye en los medios informativos que ostentan el grado de autoridad con todo el poder que les otorga su gran alcance mediático, y después las todopoderosas redes sociales, donde cualquiera con miles de seguidores se constituye como “Influencer” y se erige como un personaje con autoridad crítica con sus opiniones y consejos, influenciando a grandes grupos y segmentos de la sociedad, la información se vuelve tóxica y puede influir muy negativamente en nuestra propia conciencia, nuestra condición humana, nuestra libertad intelectual y definitivamente, degradar el ecosistema del pensamiento libre.
Toda esta situación se entiende cuando uno analiza las cosas y empieza a atar los cabos. Hay un gran poder en la sombra que mueve los hilos, actuando de forma silenciosa y subliminar, mediante un plan cicateramente calculado para dominar nuestras mentes. Por ello no voy a culpar a nadie, ni voy a tachar de ignorantes a quienes han sido abducidos por este gran poder oculto que mediante la mentira nos excita y divide, ya que es fácil caer en su juego.
No pretendo dármelas de ser más inteligente que nadie exponiendo mi opinión.
Difundir una mentira, un bulo y sin más, darlo por cierto sin pararse a contrastar la información, nos convierte en los mensajeros del mentiroso. Una opinión en un foro, en un grupo de Facebook, o en cualquier otra red social, NO ES INFORMACIÓN. ¡Y lo que diga un Influencer ni es ciencia, ni va a misa!
La información se puede contrastar, medir, verificar y validar, sin embargo, una opinión NO.
Es necesario dejar bien claro que una opinión NO ES INFORMACIÓN y una noticia tampoco tiene por qué ser el relato de la verdad. Es imprescindible saber que la información hay que buscarla en los lugares adecuados, Así como si te duele el pecho, no te hagas caso del diagnóstico y las píldoras que te de tu “cuñao”, mejor ves al médico que es quien podrá determinar lo que te pasa y darte el tratamiento adecuado. Así mismo, la información veraz no la encontrarás en las Redes Sociales ni en un foro y visto como está el patio, tampoco es de fiar lo que escuchamos y leemos en prensa y televisión, ya que una gran parte del periodismo hace tiempo que dejó aparcada la imparcialidad, la decencia, la honestidad y su código ético y optó por obedecer a quien le paga.
La opinión nunca puede convertirse en una verdad universal, sino que debe formar parte de la crítica. La verdad sólo se conoce contrastando, analizando y verificando la información.
Una mentira contada mil veces puede llegar a convertirse en una verdad absoluta por un tiempo, pero la verdad contada una sola vez, será verdad eternamente.
Si alguien piensa que el imperio de la mentira no le afecta se equivoca. Nuestra democracia está en peligro. No permitamos que se degrade, pisotee y desprecie por aquellos a los que nadie ha votado y que actúan impunemente en la sombra controlando los 4 poderes del Estado.
Rafa Montero
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