30 de octubre de 2024

HUMILDAD EMOCIONAL

 

Hoy nos toca hacer una receta en la que todos tenemos que sentirnos identificados. Alguna vez hemos besado la lona, hemos tocado fondo y no hemos buscado ninguna salida a nuestros errores o problemas. De esta receta la habremos probado todo el mundo, “La cura de humildad”. Pues bien, esta receta va de la “Humildad Emocional”.

Yo sé muy bien de primera mano lo que es la cura de humildad, desde pequeño me he sentido el rey, el líder de la clase, al que todos seguían, alzaba la voz y todos me respetaban y se callaban, lo que dirían los entendidos en Psicología: Niños Líderes, Adultos Dictadores. Desde niño yo me he sentido un líder, lideraba a todos los compañeros de clase, jugando tanto al fútbol sala, en el recreo o en las clases de gimnasia y todos querían jugar conmigo y juntarse conmigo. Un buen día hice una trastada en clase y el profesor me castigó sin jugar a fútbol mi gran pasión, fue el peor castigo que me podía ponerme, dejarme sin practicar mi deporte favorito. Fíjate tú que todos mis aires de grandeza con doces años se me esfumó para siempre cuando una niña en el recreo me dijo me quitase de en medio que estaba muy gordo, yo por aquellos entonces estaba rellenito, pues a partir de ese momento me cambió el chip y empecé a comer menos y hacer mucho deporte, aparte que me pilló la edad de crecimiento y perdí mucho peso y me quedé muy delgado. Mis padres lo achacaban al crecimiento, pero se dieron cuenta que comía menos y estaba obsesionado con pesarme en un peso que tenía mi tía en su casa, me llevaron mis padres a una unidad de salud mental del pueblo y me diagnosticaron Anorexia Nerviosa. Ahí fue volver a empezar, a bajar a los infiernos, a la lucha diaria con la comida, a la mentira, a ocultar las cosas, pero por otro lado los estudios lo llevaba de maravilla. Sentí la soledad, me abandonaron muchos amigos, aquel líder, pasó a un segundo plano, o a lo mejor me alejé por mi enfermedad yo de ellos, quizás nunca supe asimilar la enfermedad hasta que ingresé en el hospital con quince años, allí me di cuenta de la importancia de saber perder, de cómo había llegado hasta esta situación por circunstancia de la vida. Por ello esta receta está exenta de toda la palabra soberbia y de egolatría, solo hay ingredientes naturales como levantarse, superación y esfuerzo. De todas situaciones hemos salido y en mi caso salí de la anorexia a los veinte años, pero con veintisiete años volví otra vez a bajar a hablar con Lucifer. Jesucristo negó por tres veces a Lucifer, pero a mí se me presentó por segunda vez una mala noche de verano de julio hace más de once años. Ya llevaba tiempo rondando por mi mente que algo no iba, fue a raíz de quedarme sin empleo en una empresa de mi pueblo, me entró mucha ansiedad, nerviosismo y estrés, todo marchaba muy rápido, me metí en casa y sólo salía para hacer deporte. Nunca pensé que todo aquello desembocaría en otra enfermedad mental, tenía insomnio, malos pensamientos y a la vez me trasladé del pueblo a la capital de la provincia, de Peñarroya a Córdoba. Aquella noche estuve hablando con mi hermano Christian y llamó al piso donde estaba, pero no le contestaba y abría, entonces alarmado mí hermano llamó a la Policía Nacional que abrió la puerta forzosamente, ya días y semanas antes me dieron varios brotes psicóticos en el gimnasio donde iba y en un conocido supermercado. Estaba irreconocible y del piso me llevaron al hospital y de ahí a otro hospital cercano donde había dos aulas para casos de enfermedades mentales. Allí me diagnosticaron “Psicosis Esquizofrénica” y estuve mes y medio ingresado, a día de hoy le sigo plantando cara a la enfermedad, sin miedos ni complejos, lo que me ha hecho esta enfermedad es mejor persona, antes era más huraño, desconfiado y sobre todo no le daba importancia a la vida. Gracias a mi hermano he comprobado que a la vez que se pierde más no damos de bruces con la realidad, con las cosas que no le damos importancia, las cosas éticas y morales que nos hace más grande. Nunca he vuelto y toco madera de recaer en brotes psicóticos, he puesto de mi parte y con la medicación que tengo que es poca llevo una vida saludable y plena y con la ayuda de mis padres, hermanos y mi tía formamos un gran equipo y escudo humano. La receta de humildad emocional está llena de no volver a cometer los mismos errores y superarlo con ánimo y apoyo de los de nuestro alrededor.

Colocamos dos láminas de gelatina verde de la esperanza y después dos trocitos de sandías de la pasión y superación, y después partimos por la mitad un kiwi cuya acidez nos hace recordar los días malos, cogemos una fresa y hacemos lo mismo lo partimos por la mitad, una uva de la suerte, y lo pinchamos todo en una brocheta y lo presentamos en un plato que lo adornaremos por encima con sirope de chocolate y nata y voilá listo para tomar esta receta de un postre muy especial y así curar las heridas y no volver a tropezar y endulzar nuestros momentos más amargos. Dicho todo esto, la receta de la Humildad Emocional es la que más identificado me siento, jamás negaré de dónde vengo y lo que me ha pasado en la vida, la humildad es un valor que llevo consigo como la historia que os voy a narrar a continuación que es espeluznante.

Luis Alberto Ramírez Márquez era un magnate mexicano, era dueño de dos empresas multinacionales, una de una cadena de Supermercados llamada “MY HOUSE CARRY” y otra de telecomunicaciones “SIMBAVISIÓN”. Luis Alberto era multimillonario en la listo Forbes aparecía como el tercer hombre más rico del mundo, por detrás de Carlos Slim y Amancio Ortega. Pertenecía a una familia adinerada, controlaba todo el parqué bursátil, controlaba a su familia a su mujer y sus cinco hijos como no os podéis imaginar, tenía una flota de coches, yates y tres aviones privados para viajes de negocios o para irse de vacaciones. Luis Alberto pecaba de soberbio, a su cargo tenía entre las dos empresas a diez mil trabajadores, los trataba con genio y cuando no conseguía lo que él había pensado su altanería salía a relucir. Todo le sonreía en la vida a Luis Alberto, éxito tras éxito, premios tras premios, superávit tras superávit, pero un buen día su mujer y sus cinco cogieron uno de los aviones privados rumbo hacía Indonesia donde se encontraba Luis Alberto cerrando un acuerdo para patrocinar la carrera de motos de Indonesia, pero en un giro inesperado, viendo que tardaba mucho, desde el hotel donde se hospedaba, desde su habitación no pudo contener un estado schok, porque al ver por la televisión que un avión que había salido de México D.F. rumbo a Indonesia se había estrellado y hundido en el Mar de China y al salir las fotos del piloto, copiloto y sus seis pasajeros, vio que era su mujer y sus cinco hijos. A partir de ahí Luis Alberto entró en barrena, vendió sus dos empresas y malgastó toda su fortuna, se quedó sin familia y sin dinero y a día de hoy está por las calles de México D.F. viviendo de la indulgencia, de las limosna que les dan los viandantes en la Plaza de la Constitución. Allí en la Plaza de la Constitución megáfono en mano cuenta su historia a todo el mundo, en modo de conferencias recuerda sus días de gloría, todo lo soberbio que era antes, ahora lo guarda todo a su fe cristiana y a una humildad que todos sus compañeros que ahora son los méndigos que duermen en la plaza entre cartones y mantas y que ahora los acoge como sus discípulos guiándolos por el buen camino de la vida y aconsejando a algunos de ellos a no beber y no fumar. De codearse con la jet-set cosmopolita a llevar ropa vieja y usada y a no ducharse todos los días como en su anterior vida. Le dio un vuelco la vida a Luis Alberto de la noche a la mañana que antiguos trabajadores de ambas empresas que él tenía, ahora pasea por la plaza y ni les mira y ni le dan limosna tampoco, al revés se ríen de sus charlas y les recuerdan su soberbia y altivez que tenía cuando era su jefe. Pero para Luis Alberto todo el patrimonio que tenía lo perdió en un avión en el Mar de China y a partir de ahí se dio cuenta que toda soberbia se perdería como un azucarillo y la humildad tocó su puerta y a día de hoy acepta la vida que lleva que es la más austera posible que puede llevar. La humildad en este caso es alucinante podemos pasar del todo o nada en decimas de segundos y cuando se habla de pérdidas de seres humanos lo perdemos prácticamente todo y nos volvemos más humanos y humildes. La humildad hay que llevarla siempre tengamos o no tengamos nada y ser nosotros mismos, ni ir de divos y del rey del mambo. Luis Alberto perdió todo lo que más amaba y eso es mucho más que poseer una gran fortuna. ¡Tomemos nota!

“Si eres humilde nada te tocará, ni la alabanza ni la desgracia porque sabes lo que eres” (MADRE TERESA DE CALCUTA)

“LA COCINA DE LAS EMOCIONES”

UNA NUEVA RECETA EMOCIONAL PARA LOS LECTORES Y LECTORAS DE INFOGUADIATO

SERGIO DELGADO CINTAS      

 

 

 

Reprochip
Cereales y piensos
Opicalia Peñarroya
Farmacia valle del guadiato
Proasa
Taberna la latina

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1 Comentario

  1. Angeles Heras Caballero

    Estupendo Sergio!

    Responder

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