En este cónclave de clérigos, que llegan a la conclusión de que «Con la iglesia hemos topado», me he declarado en rebeldía y, como novio a la fuga de esta celebración nupcial, inservible y fuera de carta, me he dirigido al juzgado a casarme con la tercera persona en discordia. Compuesto y sin novia, pero casado con la mujer de mis sueños y por el rito, en el cual es igual que oficioso, que digno, que una catedral o una parroquia, y con la pureza de la mujer verdadera y sin caretas, ni con nada que ocultar, ni ocultarnos, donde lo único oculto es lo que ocultan su excelsa y larga melena, como la cara oculta de la luna, de sus ojos azabaches.
Me he retenido por un instante como el espíritu de Maese Pérez «El Organista», en cuyo libro «Rimas y Leyendas», del escritor y poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, este protagonista de este capítulo de las leyendas, tocaba el órgano todas las noches, hasta contemplar con su alma que se puede o se pueda creer en el más allá. Sigo en mis trece, que hay que subirse a los trenes que se pasan por la vida, porque a veces solo pasan una vez en la vida, y aunque se acaben perdiendo en algunas ocasiones en las que se sube uno, nunca se deja de aprender. Nunca he sabido más que ahora, que jamás se deja de aprender, y he llegado a la conclusión de que se aprende más en el sabor de la derrota que en el de la victoria. La vida está hecha para vivirla, sin el craso horror de fracasar. Quien vive es quien piensa que siempre se tiende a fracasar, omite dibujar una falsedad, fuera de lo común, manteniéndose en una continua y perpetua hipérbole.
El exhaustivo rigor y la arrogancia hacen a algunos llegar a vender a las mujeres como meras mercancías, donde violan la verdad y la notafilia les hacen ofertas, cuyos cuerpos femeninos sirven de coartada para blanquear su imagen y ese dinero, donde además de traficar con ellas, hacen mercadeo de armas y de ciertas sustancias psicotrópicas, que afectan al ser humano y a la salud pública. Nos hallamos en un mundo tan cruel y tan imaginario, que me he perdido cuántas veces imaginé tu cuerpo, cuántas veces me he desolado en tus huesos y en cuántas ocasiones he llegado a buen puerto. Esta partida todavía no ha terminado, siento tu aliento en mi nuca, padezco de lo indecible, cuyas curas paliativas son las curas de humildad contra la alta soberbia.
Todavía tú no has dicho la última palabra, donde me podrías acompañar a estar solo en la oscuridad de una noche, en la cual me he escondido en los crudos inviernos y en los áridos veranos, pero llevo cierto tiempo saliendo de mis miedos y mis temores. Hoy no hablo de mí, pongamos que hoy hablo…de ti. Y eso es aún mucho más, mucho más que un gesto, mucho más que lo que descifrando las palabras, mucho más que la palabra sempiterno, mucho más aún que el color azul, mucho más que el universo. Pero siempre me quedaré con lo que pase en el planeta Tierra, y eso me hace quedarme contigo, con tu presencia, con tu voz, y la esencia de que tu propia existencia, por todo eso, merece vivir esta vida. Aunque al final me acabe separando de ti, seguirá creciendo la hierba en el tercer cajón.
M’EXPRESO, UNA NUEVA CÁPSULA REFLEXIVA Y EMOCIONAL EN EXCLUSIVA PARA LOS LECTORES Y LECTORAS DE INFOGUADIATO
¿Y TÚ, TE EXPRESAS?
SERGIO DELGADO CINTAS
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