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El pasado viernes 23 de mayo, el escritor y amante del folclore Joaquín Rayego Gutiérrez, natural de Peñarroya-Pueblonuevo, vivió uno de esos momentos que definen vocaciones y consolidan sueños: fue invitado a ofrecer una conferencia en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de Valladolid, por cortesía del renombrado folclorista Joaquín Díaz.
“Fue uno de esos momentos mágicos que te impulsan a soñar esperanzado con los lances del camino”, expresó Rayego con emoción, evocando la calidez y cercanía del acto, celebrado en un ambiente entrañable y de profundo respeto por la cultura.
Tras la intervención, el encuentro continuó en un entorno igualmente especial: el histórico Centro de Recreo de Valladolid, un espacio cultural de gran belleza arquitectónica donde compartieron mesa y conversación con el propio Joaquín Díaz y el doctor Sanabria. En ese ambiente íntimo y lleno de afecto, Joaquín Rayego y su compañera Encarna María ofrecieron un gesto de homenaje al maestro del folclore interpretando una de las bellísimas canciones sefardíes que tanto identifica al anfitrión. Aunque este no se sumó al canto, agradeció el detalle con su proverbial cortesía, haciendo de aquel momento una escena digna de los versos de Bécquer: “Los invisibles átomos del aire / en derredor palpitan y se inflaman.”
Visita a Urueña, la villa del libro
Al día siguiente, el viaje cultural continuó con una parada imprescindible: Urueña, la conocida “villa del libro”, donde Joaquín Díaz ha fundado un impresionante Centro Etnográfico que es ya referencia nacional para amantes de la música tradicional.
Allí fueron recibidos por María Jesús, bibliotecaria del centro desde hace más de veinte años, quien guió a los visitantes en un recorrido lleno de pasión, conocimiento y simpatía. El centro alberga una fonoteca única, una amplia biblioteca para investigadores y un jardín preparado para conciertos y actividades al aire libre, todo ello en un conjunto arquitectónico de piedra que deslumbra por su equilibrio entre tradición y funcionalidad.
“Para nuestro pueblo quisiera yo un proyecto así”, confesó Rayego, visiblemente impresionado por la labor de recuperación, conservación y difusión del patrimonio musical popular que se realiza desde este enclave en pleno corazón de Castilla.
Un testimonio de gratitud y cultura compartida
Joaquín Rayego cierra su relato con un mensaje que resume la esencia del viaje: gratitud, belleza e inspiración. “Tuvimos la suerte de topar con el tesoro de la amabilidad, con la belleza del idioma y con las buenas vivencias que a todo el mundo apetece y gusta de compartir.”
Su paso por Valladolid y Urueña no solo enriquece su propia trayectoria, sino que representa también un puente simbólico entre Peñarroya-Pueblonuevo y el universo de la cultura viva y compartida, que trasciende lugares y tiempos.
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