¿Dímelo, cuál es el vértigo para seguir soñando?
Entre el deseo y la pasión hay solo un paso: basta con cruzar la esquina. En lo desconocido y en lo por descubrir está la clave para entender todo esto que conlleva vivir.
El vértigo al día después de una recaída. La vuelta a los infiernos, al que me tengan miedo, a ser un enemigo para la sociedad.
No busco ni oro ni plata, ni riquezas ni grandezas. Solo deseo cultivar el amor que, todos los días, la vida me da. En la satisfacción de saber que algo estamos haciendo bien para que nos quieran.
Nunca voy a maltratar la vida. Escucho todos los consejos que ella me da, y me colma de bendiciones que curan todo lo malo que me pueda pasar.
Tal vez acabe sucumbiendo en la miseria de la soledad. Pero ahí estará la vida, para darme toda su energía, para no caer derrotado y salir siempre airoso de las penalidades, esas cosas que nos hacen penar y desconfiar del mundo.
Pero hubo una vez, en la calle Melancolía, que un hombre se puso a beber y a beber… hasta que pasó el tranvía de la muerte por el bar al que frecuentaba para aliviar sus penas. Un lugar donde encontraba raro y cambiado el mundo.
Por lo tanto, el raro era él. Y entre trago y trigo, malgastaba una vida que, entre fenicios y bárbaros en plena batalla de conquista, él no quería llevar con demasiado vértigo. Y se acabó yendo de esta vida sin saber que la vida es bella y atractiva, como para maltratarla tantos años. No se dio cuenta del error que había cometido.
Moraleja: A la vida hay que tratarla bien. Y aunque sea un vértigo vivirla, es muy bonita y amable.
ME EXPRESO CON PURO VÉRTIGO
¿Y TÚ, TE EXPRESAS?
¿A qué esperas para leer esta nueva cápsula emocional, en exclusiva para los lectores y lectoras de Infoguadiato?
Sergio Delgado Cintas
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