Cuando la vida te brinda la oportunidad de compartir sentimientos y vivencias, dentro de lo que implica comprender el valor de la amistad, la cual nunca renunciará al tiempo compartido y profundamente arraigado; un tiempo de unión que nos hace sentir verdaderos belmezanos, estemos donde estemos. Siempre con ese respeto que se le debe a cada persona y con un comportamiento noble que se ajuste a los márgenes de la legalidad vigente. Así era Antonio Luque, una gran persona que sirvió como punto de conexión para muchos belmezanos que emigraron en busca de nuevas oportunidades laborales.
Durante los difíciles tiempos de emigración en las décadas de los sesenta y setenta, Antonio Luque, desde su posición en la fábrica de Pegaso, siempre tuvo sus brazos abiertos y mostró una profunda preocupación por sus paisanos. Muchos belmezanos llegaron a la ciudad de Madrid en busca de empleo, destacándose como profesionales en sus respectivos oficios. La empresa Sociedad Minera Metalúrgica de Peñarroya España, en ese momento francesa, desempeñó un papel crucial en el desarrollo de la zona del Alto Guadiato y en las poblaciones de Peñarroya Pueblonuevo y Belmez, siendo pilares importantes en la vida social y laboral de esos años.
Desde estas líneas, solo quiero expresar mi agradecimiento por la gran disposición y el interés que mostró don Antonio Luque. Su dedicación a la educación y la ayuda prestada a sus paisanos y amigos desde su posición en la empresa Pegaso, estuvo siempre enfocada en asegurarse de que el trabajo de sus compatriotas estuviera en condiciones de conformidad y bienestar. Desde mi recuerdo y cariño hacia sus hijos, quiero decirles que su padre, que en paz descanse, fue un gran belmezano, lleno de honor y corazón. Don Antonio Luque siempre estará presente en el recuerdo de Belmez y de sus paisanos.
Daniel Solano Sujar
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