Por Sergio Delgado Cintas
La sinceridad es un acto de amor abstracto. Ese amor incondicional que lucha por quien más se ama y se respeta.
Ese amor a ciegas, ese amor del que sabes que jamás te va a traicionar ni fallar.
El amor no es simplemente un amor de verano. Es eso que entiendes a la primera, lo que sabes que estará contigo en las buenas y en las malas.
El amor es pura confianza entre dos seres que se aman sin condiciones. Es el que crea y reproduce el ciclo de la vida, el que, atentamente, daría la vida por la otra persona, muy a pesar, muchas veces, del qué dirán.
Ante tanta falsedad y tantas injusticias que vemos a diario, todo se hace más llevadero con amor. Y si es con amor abstracto, ese que no tiene dueño, será aún mejor para soportar el dolor, incluso el ajeno.
Al amor no hay que ponerle barreras ni ataduras. El amor sería más sencillo si lo aplicáramos algún día como asignatura, aunque algunos y algunas lo suspendan a diario.
Porque el amor es salvaje, audaz y astuto, y siempre quiere amar, por encima de todas las cosas.
El amor traspasa fronteras, arrasa y desola al niño hambriento de afecto por la falta de una madre, o del cobijo y protección de un padre.
Lo que ocurre es que, la mayoría de las veces, amar también significa perder.
Y entre esas pérdidas existenciales, aparece el amor como un salvavidas, para este mal oleaje de peregrinación entre tiburones sueltos, donde se engulle el amor infinito, perpetuo y secular.
Me expreso con este amor abstracto en busca de su dueño.
¿Y tú, te expresas?
¿A qué esperas para leer esta nueva cápsula emocional, en exclusiva para los lectores y lectoras de Infoguadiato?
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