27 de octubre de 2024

EL ESCAPARATE DE LA LECTURA

 

 

Sí había una idea que me removiera la consciencia y me metiera el gusanillo de participar y sentirme feliz al mismo tiempo, se lo debo todo a la Trabajadora Social de la Unidad de Gerencia Clínica de Salud Mental de Peñarroya-Pueblonuevo, Inmaculada Rodríguez. Ella me ha dado un chute de endorfinas al haber podido celebrar dos días a la semana, alrededor de una hora, para practicar la lectura oral en grupo, con un libro y junto a otros compañeros que, como yo, tienen una enfermedad mental. Me siento súper a gusto y, sobre todo, me siento realizado y feliz cuando participo leyendo, escucho a los demás compañeros o cuando le toca el turno a la Trabajadora Social o a la Monitora. Esta práctica de lectura oral no la practicaba desde hace más de un año con mis compañeros y compañeras, y espero poder retomarla en cuanto pueda con todos ellos. Me conmueve poder ayudar en todo lo que pueda a los demás compañeros; quiero que vean que hago una vida de lo más normal y sencilla, que se puede vivir con total tranquilidad y llevando las cosas bien, una enfermedad mental que me diagnosticaron hace más de once años. Como a menudo suelo escribir en estos artículos, cuando hablo de mi experiencia y de mis vivencias como enfermo mental, es un día a día que lo llevo con tanta paz y sosiego conmigo mismo que hace que me acepte de lunes a domingo tal y como soy.

Como decía en el libro que estoy escribiendo, aparte de mi segunda novela, titulado “El Diván del M´Expreso,” en cuyo libro están recopilados todos mis artículos que llevo escritos tanto de “El Diván” como de los M´Expreso, más un par de artículos inéditos que aparecerán en este libro, espero que salga en formato papel y que pueda hacer una buena presentación, igual que mi primera novela “La Universidad de la Calle”, la cual espero que para el año que viene esté ya a la venta y se haga una presentación acorde al libro, que con tanto cariño hice hacia la figura de las personas de la tercera edad y la sociedad en general.

Volviendo a mi experiencia como enfermo mental, tengo que decir que nunca he tenido, desde que me diagnosticaron la enfermedad mental hasta hoy, ninguna recaída, y espero no tenerla. ¡Toquemos madera! Para mí, leer y escribir significa mucho; me siento libre, mi mente se activa y juego a practicar con las palabras nuevas que aprendo y escribo lo que mi mente me quiere decir en ese momento. Ahora, al escribir este texto en forma de artículo, solo me salen palabras y frases positivas. Mi entorno familiar y de amistades es muy agradable; la gente del pueblo me trata bien y con normalidad, quizá algunos no sepan que tengo dicha enfermedad, y otros sí lo saben, pero como soy sociable y me abro a todo el mundo, me tratan bien. Intento llevar una vida ordenada, siempre tener mi mente ocupada y tener una vida propia con mi personalidad, lo cual tiende a que lleve una vida libre e independiente, siempre contando con la ayuda de mis padres, hermanos y familia.

Todos los días salgo a caminar alrededor de hora y media por el pueblo siempre que puedo. Luego me ducho y después hago algunos recados de la casa para mi madre y voy a ayudar a un establecimiento de comestibles que regenta mi tía Rosario. Después de comprar la prensa en el kiosko, cada día tengo que hacer algo; hago mi planificación mental, sea para los estudios, mis colaboraciones para el periódico o cualquier otra cosa que surja ese mismo día. Después, a las tres, me voy a almorzar a casa, y después de comer, o me echo una siesta o me pongo a leer hasta las seis, cuando vuelvo a la tienda hasta que mi tía cierre por la noche. En invierno, después de cenar en casa, sigo leyendo la prensa, libros, o escribiendo algún que otro artículo o noticia para el periódico antes de irme a la cama, acompañado de la radio, mi fiel compañera nocturna. Como habéis leído, hago una vida normal, tranquila y sencilla. Me gusta, además de escuchar la radio y música, leer libros, revistas y prensa. La televisión la veo poco o nada, solo cuando almuerzo al mediodía para ver las noticias de las tres.

Lo que quería decir y transmitir a todos mis compañeros y compañeras es que, gracias a “El Escaparate de la Lectura” y a través del libro que estuvimos leyendo, A Cielo Abierto, sobre la historia de Peñarroya-Pueblonuevo en el verano de 2019, cuando conocí a mis compañeros en el sótano del centro de salud del municipio, siento que soy afortunado de poder participar y leer cuando me toca. Mis compañeros son formidables; me acogieron bien desde el primer día, y eso me hace sentir doblemente agradecido.

Desde la infancia conozco lo que es vivir con una enfermedad mental; con doce años tuve una anorexia nerviosa y, a los quince, me ingresaron en el Hospital Reina Sofía de Córdoba en el módulo de cirugía. Entonces, no existía ninguna planta o centro especializado en enfermedades mentales como ahora existe en “Los Morales” en Córdoba el módulo de Psiquiatría que hay en el Hospital Provincial. Eso sucedió en el año 2001, y al año siguiente, en el 2002, volví otra vez a ingresar. Luego, con veinte años, me dieron el alta en Pozoblanco. Me atendía el psiquiatra Don Fernando, que estaba en la Unidad de Salud Mental de Peñarroya-Pueblonuevo, pero lo trasladaron a la Unidad de Pozoblanco, y tenía una consulta aparte donde me recibía por particular. Entre medias, trabajé en una empresa del pueblo durante tres años. Primero entré haciendo unas prácticas sobre una FP de Comercio y Marketing que hice en el instituto y luego estuve con contrato dos años y medio como mozo de almacén. Después, me quedé sin trabajo y me fui a Córdoba para ampliar mis conocimientos, hacer cursos y buscar empleo. Pero el 22 de julio de 2013 caí enfermo en Córdoba y me ingresaron en el Hospital Provincial de Córdoba en el módulo de psiquiatría.

Todo lo que me sucedió lo he escrito anteriormente en otro artículo, pero cabe resaltar que mis dos brotes psicóticos fueron causados por llevar una vida en solitario y aislada de la sociedad. Poco a poco me fui alejando de ella y desconfiando de todo el mundo, síntoma de la psicosis y del miedo a que me sucediera algo a mí o a alguien cercano. Llevaba una vida muy ordenada y fuera de lo común; vestía bien, como ahora, pero más elegante. Tenía mis horarios, todo bajo control. Me hacía la comida, planchaba, lavaba la ropa en la lavadora, limpiaba diariamente el piso. Me daba tiempo a todo: a hacer deporte, ir al gimnasio, asistir a cursos, estudiar, leer la prensa, un libro… hasta escribí un libro titulado La Universidad de la Calle. Tenía un estilo de vida saludable; no fumaba ni bebía, como ahora. Nunca me ha gustado fumar ni beber. Pero lo que me hacía débil y era mi defecto, es que desconfiaba de la gente; sentía miedo, como si alguien me persiguiera. Sabía que aquello acabaría mal, y así fue.

Sin embargo, como he dicho muchas veces, la enfermedad me ha hecho mejor persona. Antes de la enfermedad era muy egoísta, solo pensaba en mí. Ahora soy más empático y me ha hecho replantearme muchas cosas que quiero hacer en esta vida: ayudar a quienes lo necesiten, ofrecer mi ayuda y mi experiencia personal como enfermo mental, transmitirles mi apoyo y mis ganas de seguir luchando y seguir adelante, de no bajar los brazos, de levantarme cada vez que caiga, de bailar bajo la lluvia, de observar las estrellas y de seguir viviendo esta nueva vida que me ha regalado el de allá arriba, dedicándome a ayudar a personas en exclusión social y, sobre todo, a ayudar a los enfermos mentales para que lleven una vida normal y acabar con los estigmas sociales que enfrentan día a día.

Este artículo de M´Expreso es el primer paso hacia lo que quiero y he querido hacer desde hace tiempo: involucrarme en tareas que me hagan feliz y ocupar un hueco que hay que llenar junto a todos vosotros. Estoy en un momento personal muy dulce junto a mi familia, gracias a un esfuerzo enorme por superarme a mí mismo, escalar grandes cimas y saltar todas las barreras que surjan. Soy muy honesto conmigo mismo; en los peores momentos he logrado salir de aquellos trances con resiliencia y humildad, siguiendo al pie de la letra todo lo que me han indicado los especialistas, y sigo haciéndolo hasta hoy. Si yo puedo, vosotros también podéis. Así pues, este “Escaparate de la Lectura” me sirve para conoceros más a todos y así hacer de la lectura un ejercicio de lenguaje oral y mental para distraernos de nuestros problemas y convertir este taller, cada vez que venimos, en una fiesta. De eso se trata en esta vida: de ser felices.

“Hay dos maneras de llevar la vida: una es triste y amargado, y otra, feliz y agradecido de poder vivirla”.

Sergio Delgado
M´EXPRESO CON ESTE ESCAPARATE DE LA LECTURA TAN SINCERO Y TAN A CORAZÓN ABIERTO, QUE LO HE QUERIDO COMPARTIR EN EXCLUSIVA CON LOS LECTORES Y LECTORAS DE INFOGUADIATO
Y TÚ, ¿TE EXPRESAS?
¡A QUÉ ESPERAS PARA LEERLA!

SERGIO DELGADO CINTAS

 

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2 Comentarios

  1. Un cordial saludo

    Grande M´EXPRESO

    Responder
    • Angeles Heras Caballero

      Estupendo Sergio. Está muy bien escrito.

      Responder

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