Los republicanos de los Estados Unidos acaban de ratificar la candidatura de Donald Trump para la Casa Blanca. Lo han hecho abrumadoramente tan sólo unos días después del atentado del que ha sido objeto por parte de un jovenzuelo norteamericano defensor de las armas como casi todos sus compatriotas. Ya le iban bien las cosas a Donald a pesar de su reciente condena por cosas sucias y las numerosas causas pendientes ante su Justicia que , sin embargo, no son óbice para volver a ser presidente. Ahora le van a ir mejor todavía porque el hecho de que haya salido indemne sus paisanos se lo atribuyen a su capacidad para sobrevivir entre tanta podredumbre como le achacan.
A estas alturas del tiempo verano considero que este hecho es lo más trascendente de cuantos conforman eso que llamamos realidad y eso que el verano viene calentito y que son varias las cuestiones truculentas que merecen un picotazo, especialmente las quince mujeres asesinadas a manos de sus propietarios en tan sólo un mes, los niños inmigrantes a quienes ponemos reparos para instalarse aquí aunque no para jugar al fútbol, con Netanyahu que no cesa en su matanza de niños palestinos, Ucrania cuasi olvidada y no digamos ya el temible cambio climático que tenemos ante las barbas.
Nada con tanta facundia como esta caída y ascenso de Donald Trump protegido por el Altísimo. Queda claro que la figura de este hombre, su perfil marca tendencia no sólo en el Planeta América sino en lugares muy diversos del Universo, entre ellos el nuestro porque , en realidad, como escribió el sociólogo español Vicente Verdú en su día, Estados Unidos no es un país, es un Planeta y en su órbita giramos todos, digamos lo que digamos.
La importancia del suceso no radica en el atentado en sí- con ser grave y elocuente de nivel de violencia política existente en los EEUU- sino en la influencia que pudiera tener en las urnas a la hora de decidir el próximo noviembre quién debe estar al frente de nuestros destinos, (sí, de nuestros destinos) si la vicepresidenta actual Kamala Harris (descartado ya el demócrata Biden demócrata Biden) o el hombre de la bala en la oreja.
A Trump la campaña se le había puesto de cara, después del debate que protagonizaron en la CNN en la que quedaron en evidencia tanto las estulticias y excesos del uno como la senilidad del otro, pero esto la americanada no lo admite. Y ahora, desgraciadamente, la foto de la oreja ha encarrilado la campaña definitivamente hacia una lucha de símbolos e imágenes, en detrimento de los discursos y las propuestas.
La imagen de Trump se consolida como mártir político entre sus seguidores de dentro y de fuera del Planeta. Ya verán.
En este contexto, mi tesis es que esa bala disparada por un chico joven pero matón, puede cambiar el curso de la historia, de nuestra historia. Por eso le dedico este picotazo. Así se está escribiendo la Historia hoy. No cualquier historia, no. La nuestra también, la de todos. Porque Estados Unidos no es un país, ya les digo, es un planeta, a pesar de que en el tema imperial le han salido competidores importantes en estas décadas como China.
Preparémonos para tener a Trump hasta en la sopa, hasta que se nos atragante y haga que se nos olviden las demás cuestiones que ahora solemos considerar como trascendentales y que motivan nuestras cuitas como ciudadanos del mundo.
Que así no sea.
Enrique Monterroso
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