Duermo en tu boca. Hoy celebramos el día en que tú y yo nos convencimos de que somos y seremos libres.
Un alto precio pagué por tenerte. Maldigo las horas desperdiciadas pensando en acabar con lo nuestro. Siempre me encontré en la verdad, en nuestra verdad.
Es inevitable saber que algún día volarás, que lo harás muy alto y desaparecerás de mi vida para siempre.
Perder forma parte de nuestras vidas. Renacer desde nuestros temores y dudas alternas, entre el pánico y el dolor. Sueño con soñar siempre contigo.
En las frías noches de invierno, estoy seguro de que me arroparás con besos y arrumacos, siendo mi mejor manta en esas madrugadas de insomnio.
Hueles a hogar, a ceniza impoluta. Eres mar en calma. Te transformarás en fenicia y me darás tus mejores abrazos cuando los necesite.
Mis renglones seguidos, mis firmes convicciones, mi Eritrea preferida y digna de admirar.
Mi blanca paloma hechicera, mi huella incandescente, mi aroma en mi nariz, mi perfume en mi cuello y mi herida, con su cicatriz dispuesta a cerrarse para siempre, mi vergüenza.
Me enseñaste a amar, a perdonar, a ser yo. Y algo más importante: me enseñaste a ser feliz.
Equivocarse, como rectificar, es de sabios. La aventura requiere deseo, y las alabanzas demandan un largo recorrido entre las pesadumbres del camino de espinas, siendo siervo y esclavo del destino.
Aún busco mi identidad, pero lo que nunca negociaré es mi personalidad. Porque tú me la explicaste de la mejor manera.
No me planteo huir ni desaparecer. Me urge seguir haciendo que esto fluya, que tenga su recorrido.
Porque todavía lo mejor de mí está por venir.
Como lo mejor de ti está por llegar.
Me expreso en diversas pieles, pero con una única piel emocional para crear esta nueva cápsula para los lectores y lectoras de InfoGuadiato.
Y tú, ¿te expresas?
¿A qué esperas para leerla?
Sergio Delgado Cintas
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