Conozco a una mujer que es pura dinamita, su detonación está a punto de estallar en mi propia cara. Se busca mujer rebelde, pero sin causa alguna para ser detenida. Culpable de delitos ajenos a la realidad, mi ser se parte en dos con su dulce locura, esa que nunca me acompañó. Me siento triste, amor en vena como veneno, inyectado en mis días más empobrecidos de acción y en una autodestrucción incomprendida.
Sobresaltados por los límites que la vida impone, me aferro a esta mujer fatal, con su enredadera en la cabeza, regando todos mis actos delictivos. Me resulta agónico pensar que esto pueda ser el final, pero en la bola del destino aún se lee: «bola extra». El más allá nos espera con paciencia. Mis sueños rotos los he recompuesto con acordes afinados, escuchando las sabias palabras que orientan mi camino.
Ayúdame. Si explotas en mi cara, que sea impregnándome de tu adictiva fragancia.
El miedo es un lobo que merodea por las noches a los pies de mi cama. Pero es un lobo dócil si está acompañado de una loba hambrienta, en busca de aposentos y morada compartida. Cada uno en su sitio, sin moverse de lo extraño y de lo necesario. Porque los lobos usan su astucia para acallar al ser humano, pues su independencia les hizo dueños de sus silencios.
Siento complacerte, nena. Me gusta tu melena, reina de la sabana, estratega de una logística armamentística capaz de aniquilar grandes ciudades con solo una mirada. Esos ojos de asesina amorosa, ese cuello de cisne negro donde deleitan las estrellas. Nunca tuerzas la esquina sin avisar, porque la crueldad acecha y todo puede saltar por los aires.
Hace tiempo que no nos decimos nada. Me gusta la igualdad compartida, como el sexo con pasión y consentimiento, nunca desprevenido. Aún guardo el sabor de la miel que pusimos en nuestra boca el otro día. No hay tiempo para atesorarlo eternamente.
Los ojos de la muerte anuncian que nuestro recorrido es corto, pero la conciencia prevalecerá en esta pólvora azul, del color del traje del baile de los locos. Turno de que mi vida atesore a una loca que me acompañe en mis locuras. Porque la locura no tiene cura, y los ojos de la luna llena nos observan, danzando una vez más en el frágil equilibrio de la cordura.
Hoy presiento que todo arrasará con lo que sostiene este planeta. Almas libres y corrosivas. Muerte súbita, el reloj en cuenta regresiva anuncia el final. Nuestro final.
Una adolescente descalza grita por las calles, pidiendo auxilio, aullando como una loba en celo. Buscaba refugio en mis labios, y le di su sitio, su estatus. Su semblante dispara pólvora azul, salvándome del desastre que es mi vida. Cuidaré estos ratitos de amor loco, estos sentimientos que son los finales de mis principios.
Y que se entere el mundo entero: los lobos son los únicos en su especie que saben lo que quieren en cada momento.
Por ello, hoy me debo a mi loba. Que me rescate de mi afición a perderlo todo, de esta vida que se escapa entre mis dedos.
La partida comienza ahora. Desnudos, desabrochando los botones de nuestra piel infinita, tan infinita como tu boca. Ya gané la partida desde el primer momento en que la loba se cruzó en mi camino, detonando la dinamita con una pólvora azul que aún perdura en mi piel.
Nos quedamos dormidos, prendidos de esta bendita locura que es el amor.
Me expreso estallando con pólvora azul y dejando que te emociones conmigo.
¿Y tú? ¿Te expresas?
¡A QUÉ ESPERAS PARA LEER ESTA NUEVA CÁPSULA EMOCIONAL EN EXCLUSIVA PARA LOS LECTORES Y LECTORAS DE INFOGUADIATO!
SERGIO DELGADO CINTAS
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