Qué alegría y qué sentimiento despierta al contemplar esta maravillosa fotografía que nos conecta con nuestra Madre, la Madre de todos los belmezanos. Ella es la referencia viva del amor constante que su pueblo le profesa. La imagen de la Virgen de los Remedios, nuestra Patrona, nos acompaña siempre, estemos donde estemos. Su presencia es un lazo que une a los belmezanos presentes y ausentes, marcando cada pulso del corazón.
En esos momentos clave, desde lejos, ya sea en puntos geográficos de trabajo o vivencias, la imagen de la Virgen viene a la mente y el corazón. Las lágrimas se han derramado en la distancia, pero también se ha sentido el amor y el recuerdo, acelerando pulsaciones en la búsqueda de esa imagen amada.
Al abrir los ojos, el recuerdo de ese bello lugar, el pueblo blanco que nos protege y vigila, surge. Belmez, con su Ermita y su Virgen de los Remedios, son símbolos arraigados a nuestra tierra. Los belmezanos, ya sean presentes o ausentes, llevamos siempre este lugar en nuestro corazón.
Este recordatorio va dedicado a los grandes hombres y mujeres, nuestros padres ya fallecidos y aquellos que están a nuestro lado. A quienes lucharon por el arraigo y las raíces en la defensa de este impresionante lugar. También, a todos los belmezanos y belmezanas esparcidos por el mundo y a los que día a día trabajan en ese hermoso núcleo por construir un Belmez mejor.
Un reconocimiento especial a una gran mujer, Feli, por el amor y cariño que desde la Plaza de Santo siente por nuestro y suyo pueblo. Belmez es más que un nombre, es un sentimiento que perdura en el tiempo.
Daniel Solano Sújar
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