Enrique Monterroso
La semana pasada me refería a la necesidad de buscar hasta encontrar el lado luminoso de la vida y esta semana, hete aquí que el panorama de la realidad al que me refiero puntualmente semana a semana nos ofrece sendos motivos para que la luz entre hasta el fondo de la razón y de los sentimientos. Ayer mismo con pocas horas de diferencia y en dos países distintos, dos iniciativas ciudadanas cosecharon un importante éxito que pone de relieve la importancia de la acción de la gente frente la pasividad o el desinterés de tantos y cuestionan las guerras partidistas que dejan en un segundo plano la necesidad de la política. Han sido dos golazos por la escuadra, dicho sea de paso, en una semana también de fútbol de primera.
Uno es la admisión a trámite por parte del Congreso de los Diputados en nuestro país de una Iniciativa Legislativa Popular ( ILP) aceptando debatir la regularización de medio millón de personas que viven en España sin papeles, iniciativa que contaba con más de 600.000 firmas tomadas una a una por más de 900 asociaciones o grupos.
La otra , el triunfo de una asociación de mujeres suizas setentonas – y subrayo lo de setentonas- que han conseguido que el Tribunal de Estrasburgo condene a su país por no hacer todo lo que debe para salvar a la población del cambio climático que nos amenaza como especie.
Tres breves picotazos al respecto al tema de la inmigración. El primero resaltar hasta doler que esto ha sido una sorpresa; un mañana la SER informa de esta noticia que nos coge a todos por sorpresa, incluidos los medios de comunicación. Nosotros no hemos sido quienes hemos firmado para pedir esta regularización tan necesaria. Debemos asumir que han sido ellas y ellos, las migrantes, quienes lo han hecho. Esto es fundamental, porque nos pone en evidencia. Tendríamos que haber sido nosotras, nosotros, quienes alzáramos la voz contra una situación injusta, inhumana, cruel. Y sin embargo, no ha sido así. Tenemos que preguntarnos por qué, por qué no lo hemos hecho si somos tan progres.
El segundo picotazo es para celebrar que en el Congreso hayan sido todos los grupos políticos , al unísono, quienes lo han aprobado. Bueno, salvo los voceros de siempre. Esto es ya un notición en España al que no estamos nada acostumbrados. Todo lo contrario, solemos preferir quedarnos tuertos con tal de ver al otro ciego. Por eso hasta resulta conmovedor escuchar , sin sonrojarse, al jefe de la oposición decir : “ somos sensibles con los que trabajan en España pero no tienen papeles”. Escuchar esto de su boca no tiene precio.
Y por último, dar las gracias porque, aunque esto de la ILP no es echar un huevo a freír y estoy seguro de que no habrá una regularización colectiva, sin embargo es un gran paso pues permitirá , al menos un debate social y parlamentario acerca de este fenómeno tan tan evidente como la bondad de la inmigración. Ya he dicho muchas veces que gracias a ellos muchas de nuestras casas están cuidadas , los niños atendidos, los abuelos salen a dar paseos, los jardines privados esculpidos a navaja, las obritas de reformas de albañilería un primor, las fresas recogidas a su tiempo, las tareas del campo mantenidas y así un sinfín de ocupaciones de personas invisibles, que trabajan realmente pero no constan, no cotizan y no tienen los derechos de cualquier trabajador, situación esta tan injusta y anticristiana como ilegal que cuenta con l
a alícuota parte de nuestra fervorosa colaboración. Bienvenida esta noticia pues , si prospera, todos vamos a salir ganando, ellos cotizarán por lo que hacen, tendrán sus derechos y nosotros veremos aliviadas nuestras necesidades de mano de obra barata.
Aprendamos de una vez que el relato de la emigración es el relato del ser humano. Es lo más doloroso que existe después de la muerte pero todo ello es una lección de vida para la humanidad. Y felicitemos a las mujeres setentonas para que cunda el ejemplo.
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