Pedro Durán
Nuevamente he de recurrir a las páginas de nuestro periódico local y comarcal para poder expresar, públicamente, mi recuerdo y despedida a una persona entrañable en la que la consideración de “Patriarca” alcanzaba su mas amplio significado, tal como la Real Academia Española (RAE) lo tiene reconocido: “Hombre que por su edad y sabiduría ejerce autoridad en una familia o colectividad. // Cabeza de familia dilatada y numerosa”.
Ambas condiciones se daban, sobradamente, en la persona de Rafael; 94 años recién cumplidos, la sabiduría que había adquirido al haber desarrollado toda su vida laboral detrás de un mostrador atendiendo a sus clientes, y lo mas importante, por lo poco habitual en estos tiempos que corren, el haber formado, junto con su querida esposa Julia, durante sus 64 años de matrimonio, una numerosa familia que, a su fallecimiento, ya alcanzaba la cifra de 50 miembros entre hijos, nietos y biznietos, incluidos, pues todos conforman la familia, los correspondientes consortes.
Rafael que, casualmente, vino a dejarnos el mismo día de su onomástica, el San Rafael cordobés, era una persona tranquila, con valores muy definidos y positivos en todos los sentidos, sociable, con buen humor y con una clara convicción cristiana.
Aunque es de imaginar que, a lo largo de su dilatada vida y diferentes etapas, habría tenido bastantes amigos, tengo que mencionar, y de hecho incluir en este articulo de recuerdo y despedida, al grupo de amigos que durante bastantes años venimos conformando otra familia en la que él también estaba reconocido como nuestro “Patriarca”.
Por su profesión de “pastelero” de tradición, desde su pastelería “La Favorita”, nos endulzó el paladar a todos los Peñarriblenses que quisimos pasar por allí durante tantos años de actividad. A pesar de su retirada, dada su dilatada descendencia, nunca le faltaron momentos y motivos para seguir endulzando los eventos familiares; ahora ya, llegadas estas fechas, al grupo de amigos solo nos queda recordar con nostalgia sus “buñuelos de viento” y “mantecados” con los que solía obsequiarnos por las fiestas de “Todos los Santos” y “Navidad”.
Te fuiste, Rafael, y nos dejaste sin tus dulces artesanos para saborear, pero nos has dejado la dulzura de tu personalidad y de tu sincera amistad que perdurará y estará presente en todas nuestras reuniones mientras nuestros respectivos tiempos nos lo permitan.
Ahora vives en el Señor y en nuestro recuerdo
Hasta siempre, “Patriarca”
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