Daniel Solano
Desde temprana edad, surge un interés especial que perdura año tras año: el vínculo con el sentimiento de ser costalero o penitente. Este sentimiento cobra vida durante los días en los que la devoción religiosa se convierte en el eje central de muchas familias en nuestro pueblo. Generaciones enteras participan en la Semana Santa Belmezana, desde el corazón mismo de nuestra comunidad hasta aquellos que viajan desde otras provincias para estar presentes en estos días cruciales. Es un momento en el que las calles de Belmez se llenan de fervor, con la determinación de llevar a hombros las imágenes que representan sus más profundos sentimientos religiosos.
Este año, sin embargo, las lágrimas han inundado los rostros de tantas personas, incluyendo al público en general, debido a la cancelación de las procesiones. Las cofradías se han visto obligadas a cerrar filas ante las inclemencias del tiempo que nos han acompañado día tras día. Son momentos de profunda tristeza, aunque con un atisbo de esperanza: la lluvia tan necesaria para nuestras comunidades, especialmente en el Valle del Guadiato, que llevaba años enfrentando dificultades por la escasez de agua, extendiéndose hasta el Valle de los Pedroches. Este año, el agua se convierte en una bendición para muchos pueblos, incluido Belmez.
A través de estas líneas, quiero expresar mi total apoyo a todas nuestras cofradías en esta Semana Santa. Las lágrimas están en el corazón de todos los belmezanos, tanto los presentes como los ausentes. Desde cualquier rincón de nuestro país, estamos con ustedes, enviándoles nuestro cariño y agradecimiento constante por el esfuerzo desmesurado que realizan año tras año para mantener viva nuestra querida Semana Santa Belmezana.
Gracias de corazón, y gracias, Dios mío, por esta bendita lluvia que tanto necesitábamos en Belmez.
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